Sobre mi

No soy mujer de hornear panes, la cocina y yo tenemos días de encuentros fugaces en los que sólo soy capaz de mirarla de reojo, por lo que “hornear” es la etapa más profunda, aquella en que te metes, te ensucias, esperas, miras el reloj, ajustas muchos ingredientes, ensucias el dedo para probar, decides el calor, el ritmo. No, la cocina y yo no nos queremos tanto. Mi nivel de relación sólo llega a preparar algunas cremas de vegetales y Quinoa, arroz, ensaladas, que cuando las menciono la gente me mira con algo de lástima, pensando en lo afortunados que son al comerse  un “bifé jugosito” a cambio.

Gajes del oficio de ser vegetariano, "un oficio" que he tenido que explicar cientos y cientos de veces, más de lo que hago cuando digo a qué me dedico: ¿ que es eso de diseñar materiales digitales??? Es más, la gente no sabe que hago a ciencia cierta, pero si sabe qué como y opina sobre las proteínas y siempre hay alguien que dice que me voy a descompensar, me pregunta si no me han dado ganas de comerme una hamburguesa en el corral, afirman que debo tener un faltante, me explican sobre el cuero, los nervios de las plantas, la vaca, el huevo, hacen chistes sobre que la vaca es vegetariana y siempre, pero siempre, hay alguien que conoce a alguien que se murió por ser vegetariano: "se descompensó"

Soy super "pata e perro" mis amigos me llaman "la cambambera mayor" no precisamente por rumbear, sino por armar viajes rápidamente. Lo mio es pasear, viajar, conocer lugares nuevos, ampliar el circulo de experiencias diversas. Sentir. También me gusta hablar con los taxistas y les insisto que no piten, "pitar no empuja" les digo, a sabiendas que nunca surtirá efecto. Tal vez, me gusten las empresas inútiles, como esa de ir a votar. Me gusta hacerlo, siempre voy.  Desconfió de la gente que dice que no se mete en política, desconociendo que su vida cotidiana está atravesada por decisiones de poder, como cuando vas a la EPS y te dan una cita para ver a un especialista en dos meses. Por eso voto, así sea en blanco.

Me asustan los fanáticos, las afiliaciones y los ritos convencionales.  La navidad no es mi fuerte, por ejemplo, las fiestas de tacón, tampoco, pero igual voy, no me hago rollo.  Me gustan las aceitunas negras y los helados, se que no son categorías iguales para enumerar, pero me gustan sus sabores extremos y como suena. Me gusta ir a cine, de vez en cuando tomo talleres para escritura de guiones y no me va tan mal. Escribo sobre mujeres, gente con insomnio y desencuentros.  Como espectadora escojo siempre las películas que el común de la gente no vería. Supongo que está bien, una vez escuché que las masas nunca tienen la razón, y a juzgar por nuestros gobernantes, puede que sea verdad. Me gusta el mar, leer, y me encarreté fácil con una autora belga llamada Amelie Nothomb. No es de culto, pero me la gozo. Así como disfruto de bailar salsa, de caminar y de practicar yoga.

Una vez entré a una página para conocer gente virtual, no sé si eso sea posible, pero igual me anoté, cuando me pidieron que escribiera mi perfil fui lo más honesta posible, mi resumen: " vegetariana, viajera, curiosa, me gusta leer, casi nerd, me gusta el fútbol, practico yoga y bailo salsa".  Pasaron semanas y nadie me contactaba, así que por sugerencia de una amiga, hice algunas modificaciones en el perfil y escribí: “me gusta viajar, ver televisión, ir a cine y bailar”. El experimento funcionó y recibí muchos mails, consultas y preguntas.  Todos esos contactos estaban ahí por la parte de Margarita que parecería más común, más general a muchas personas. Entonces, ¿eso que tendría de riesgoso e interesante? 

Volví a mi perfil original, aquel que no le llama la atención a nadie, porque versa el cliché que la gente que practica yoga y es vegetariana es radical y aburrida, tal como me dijo alguien, una vez: ¿A dónde invita uno a una mujer vegetariana? Ok, descartado, creatividad cero, prejuicios al tope: red flags….! Tampoco es que ahora yo sea la más original del mundo..!

Bien, eso es insumo para mis cuentos, los cuales escribo y reescribo con mucha demora. A veces tardo meses en volver a verlos, pero cuando me los encuentro logro vencer la ansiedad de pensar que no están bien escritos y dibujar un par de lineas más.  Escribir cuentos es muy sufrido, comparto esta sensación con un grupo de tertulia cada quince días. Planeamos publicar un libro, si es que el pánico nos deja. Nos reunimos a reír, a leer, a conversar sobre nuestros escritos y desde que llegué, han sido absolutamente generosos con la alimentación del día - solidaridad con el veggy - y nadie expuso sus argumentos sobre la vaca, los nervios de la lechuga y la descompensación por faltantes.... buena señal. 

Si, no soy una mujer de hornear panes.



Entradas populares de este blog

Es Otoño y me despedí de mi cabello...

Carta al amor (Ejercicio 2 de la película Belleza inesperada)

Terminaron las quimio...nuevo destino: la cirugía.